Clonlara USA

7 ene 2011

Clonlara frente al curriculum

Un extracto:


Capitulo II Nuestra filosofía y práctica pedagógicas

El estudiante es su currículo

(Octubre de 1996)

Tanto en la carpeta que Clonlara envía a la familia, como en la carpeta del alumno de Secundaria, Clonlara les anima a usar nuestro currículo como un “documento de trabajo”, donde incluir aquellas otras actividades que mejor reflejen los intereses, las habilidades y las necesidades del alumno: Religión, Informática, Antropología, el huerto y los animales... La lista sería interminable.

Muchas personas piensan en los libros de texto, en los manuales y en los pupitres cuando recuerdan el colegio. En el campus de nuestra escuela, Clonlara, no tenemos pupitres, pero sí muebles que pueden usarse como pupitre: mesas, sillas, cojines grandes y alfombras en el suelo, también rincones como buhardillas y escondrijos: no es demasiado diferente de casa.

No usamos libros de texto como práctica habitual. Están plenamente a disposición, pero no se recurre a ellos automáticamente. Sirven más como libros de referencia que como textos en un sentido escolar tradicional.

Cuando la gente recuerda la escuela, piensa normalmente en materias como la Lectura (Lengua), la Ortografía, las Matemáticas, etc., divididas en sesiones, con patio y tiempo para almorzar. En Clonlara, recalcamos la indivisibilidad de las diferentes áreas. Las Matemáticas incluyen la Lectura, las Ciencias incluyen las Matemáticas y la Lectura, y así el resto. Solapar es la palabra clave. Sólo en las escuelas se sigue pensando en el aprendizaje segmentado en porciones de tiempo. ¿Cuál es la razón para ello? El control. Cuando cientos, incluso miles, de niños están juntos –muchos en contra de su voluntad– en un mismo lugar durante un período determinado cada día, los mecanismos de control son obligados, no hay duda de ello.

Esta descripción no tiene nada que ver en absoluto con la educación, sino sólo con la escolarización. La educación en casa es algo aparte y no necesita parecerse a la escuela convencional en modo alguno, a no ser que un alumno y sus padres convengan en que debería ser así.

Tomemos, por ejemplo, el paso de las estaciones del año. Si un estudiante muestra interés (y casi todos lo muestran cuando uno se acerca a las materias sincera y naturalmente... y no como lo hacen los libros de texto) por la llegada del otoño, ese tema se convierte en el foco de las actividades (la “clase”): experimentando la vida al aire libre, observando, disfrutando, investigando, caminando, hablando, cuchicheando, leyendo, grabando, siguiendo la pista de los acontecimientos. Todo ello comprende cada una de las materias escolares: la Lectura, la Aritmética, el trazado de mapas, el Dibujo, etc. Y más que eso, supone pensar y crear bastante más que tragarse los contenidos y regurgitarlos cuando a uno se lo ordenen.

Escuela no quiere decir seguir un reloj y subrayar palabras en un libro de texto. Aprender a aprender está muy por encima de aprenderse unos contenidos. Aprender mediante la implicación real enciende el interés.

Continua en el libro ... Ayudando a las familias a ser libres